Los Tres Reyes Magos

Como toda historia tradicional, la leyenda de los Tres Reyes Magos está llena de simbolismo y tiene varios niveles de lectura que hay que ir desvelando para conocer su significado más profundo. De hecho, todo el ciclo navideño se puede interpretar en clave metafórica si se quiere descubrir el mensaje real y trascendente que existe detrás del relato.

Para empezar, el nacimiento de Jesucristo coincide con el solsticio de invierno, lo que ya nos está dando la primera pista pues lo pone en relación con una fiesta pagana, en honor al sol, que celebraba el renacimiento de la luz, tras la noche más larga del año. Cristo, pues, representa la luz que nace de la unión y el equilibro entre el principio femenino, simbolizado por María, y el masculino, encarnado en José. La energía crística es, entonces, la energía de la luz, de la inocencia primigenia, de lo que realmente somos en esencia. 

Aparecen, después, los famosos Reyes Magos, tres hombres sabios que vienen de Oriente; son astrólogos y están siendo guiados por una estrella que les indica el lugar donde se funden esos dos principios para que pueda nacer la luz; caminan en busca de esa inocencia, para reconocerla y honrarla a través de la entrega de ciertos dones. Los tres Reyes Magos simbolizan las tres partes del ser humano: el cuerpo, la mente y el alma. Y nos recuerdan el orden perfecto para poder hacer ese viaje de reencuentro con nuestra esencia. Así, el rey Baltasar es la representación del cuerpo, de lo que nos permite actuar en la tierra, a través de él podemos disfrutar de la vida. El rey Gaspar simboliza la mente, necesaria también para pensar, planificar, soñar. Con la mente imaginamos, con el cuerpo manifestamos. Finalmente, el rey Melchor personifica el alma y su función principal es la de ver, reconocer y seguir la estrella que nos guía hacia la luz, por eso siempre va delante. La historia de los Reyes Magos nos recuerda que el cuerpo y la mente, para atravesar el largo camino de la vida, tienen que estar al servicio del alma, tienen que caminar en el orden correcto y seguir la estrella, para reencontrar esa inocencia que creíamos perdida pero que, en realidad, es nuestra energía fundamental, nuestra esencia más profunda. 

Los Reyes rinden homenaje al Cristo, al mensajero de la Luz, al que nos recuerda lo que verdaderamente somos, entregándole unos presentes de significado simbólico: oro, el material utilizado para honrar a los reyes; incienso, que se emplea para adorar a los dioses; y mirra, un ingrediente para embalsamar a los difuntos. De nuevo encontramos aquí un triple significado: somos humanos, tenemos potencial de reyes pero también naturaleza divina. Así, los regalos de los Reyes Magos nos recuerdan los dones con los que hemos sido bendecidos, y el relato de su viaje nos muestra cómo hay que recorrer el camino para llegar a recuperar nuestra inocencia, para poder encender nuestra brillante, preciosa y única luz. 

(Imagen: Los Tres Reyes Magos, 1900, Joseph Christian Leyendecker (1874-1951), ilustrador estadounidense)

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